Duelo
1 ¿Qué es el duelo?
2 Criterio diagnóstico DSM
1 ¿Qué es el duelo?
El duelo es una aflicción común ya que más tarde o más temprano la mayoría de nosotros sufriremos la pérdida de un ser querido. Lo cierto es que no siempre estamos pensando o hablando acerca de la muerte, por lo que no tenemos la oportunidad de saber más acerca del duelo (qué se siente, qué es lo que se debe hacer, qué es “normal”) y cómo sufrirlo. A pesar de ello, debemos hacerle frente cuando se presenta esta dolorosa circunstancia.
Seguidamente, facilitamos información sobre algunas formas de afrontar una pérdida, su proceso y las ayudas disponibles.
El duelo se produce después de una pérdida significativa, como la muerte de un ser querido. No es solo uno, sino una sucesión de sentimientos a afrontar. A menudo el duelo se experimenta en diferentes etapas y emociones durante el proceso. Aunque todos somos distintos, los sentimientos que experimentamos son similares, aunque la verdad es que en distintos períodos y no con la misma intensidad. No existe una “forma correcta” o un orden o período “correcto” para este proceso.
El duelo se experimenta después de la pérdida de alguien a quien hemos conocido durante un tiempo, aunque las personas que han sufrido un aborto o han perdido a un bebé sufren experiencias o duelo similares y necesitan las mismas clases de cuidados y consideraciones.
Durante las breves horas o días después de la muerte de un pariente o amigo, la mayoría de las personas sufren una especie de aturdimiento, como si no creyeran lo que ha sucedido. Esta insensibilidad emocional puede ayudar a llevar a cabo trámites prácticos importantes que deben realizarse, como ponerse en contacto con parientes y organizar el funeral. Sin embargo, este sentimiento de irrealidad puede convertirse en un problema si dura demasiado. Ver el cuerpo de la persona fallecida puede, para algunos, ser el detonante que le ponga en contacto con el mundo real. De forma similar, para muchas otras personas, los servicios funerarios pueden activar lo que ha sucedido en realidad. Puede ser terriblemente penoso ver el cuerpo o asistir al funeral, pero son formas de decir “adiós” a aquellos a quienes amamos. Estos eventos pueden parecer tan dolorosos que quizá incluso quieran evitarse, aunque ello, a la larga, origina un profundo sentimiento de aflicción en años posteriores.
Muy pronto desaparece esta sensación de aturdimiento y puede sustituirse por sentimiento pavoroso de agitación por la falta de la persona fallecida y deseo de encontrarse con ella, aunque claramente es imposible. Ello hace muy difícil la concentración o relax y dificulta el conseguir un sueño reparador. Éstos pueden ser francamente perturbadores. Algunas personas sienten que “ven” a sus seres queridos en todos los lugares adonde van –en la calle, el parque, cerca de la casa, en lugares donde han estado juntos. También suelen sentirse enfadados –con los doctores y enfermeras que no evitaron la muerte, con los amigos y parientes que no hicieron suficiente o incluso con la persona que les ha dejado.
Otro sentimiento común es la culpa. A menudo, piensan una y otra vez en todas las cosas que les hubiera gustado decir o hacer. Se puede incluso llegar a considerar lo que se hubiesen podido hacer de forma distinta para prevenir su muerte. Desde luego, la muerte está más allá del control de nadie y debe recordarse ésto a la persona que está sufriendo este proceso. La culpabilidad puede aumentar si se experimenta un sentimiento de descanso después de haber perdido a alguien que estaba padeciendo una larga y penosa enfermedad. Este sentimiento es natural, extremadamente comprensible y muy común.
¿Cómo pueden ayudar los parientes y amigos?
La familia y los amigos pueden ayudar pasando algún tiempo con la persona que está siguiendo el proceso de duelo. No son tan necesarias las palabras de consuelo, sino más bien la disposición de estar con ellos durante el tiempo en que dura la pena y el duelo. La complicidad de un brazo en el hombro expresará mucho mejor el deseo de ayuda y apoyo.
Es importante que, si este es su deseo, las personas que se encuentran en dicho proceso expresen sus sentimientos de pena y aflicción. Con el tiempo, se irán recuperando pero, primero, necesitan hablar y llorar. Algunas personas pueden encontrar difícil el llegar a comprender el por qué el duelo se mantiene y se repiten una y otra vez los mismos pensamientos; pero esto forma parte del proceso para resolver la pena y debe animar a seguirlo.
Si no sabe qué decir o incluso no sabe si hablar de ello o no, sea honesto y dígalo. Ello da a la persona afectada la oportunidad de decir lo que desea. Es normal evitar pronunciar el nombre de la persona fallecida por miedo a que resulte penoso hacerlo. Sin embargo, a la persona que sigue el proceso de duelo puede parecerle como si hubiese olvidado su pérdida, añadiendo un sentimiento de aislamiento a su sentimiento de pena y aflicción.
Debe recordarse que las festividades y aniversarios (no sólo de la muerte, sino de cumpleaños y celebraciones) son días particularmente dolorosos o difíciles cuando amigos y parientes hacen el esfuerzo de acercársele.
La realización de tareas prácticas de la vida cotidiana como limpiar, ir de compras o cuidar a los niños puede mitigar la aflicción de sentirse solo. Las personas mayores pueden necesitar ayuda con las tareas domésticas que el cónyuge fallecido solía realizar –facturas, cocina, limpieza de la casa, mantenimiento del coche, etc.
Es importante permitir a las personas el tiempo suficiente para resolver su duelo. Hay quien se recupera de su pérdida con mayor rapidez, pero otros necesitan más tiempo, por lo que no espere que sus parientes y amigos se recuperen demasiado pronto; necesitan el tiempo suficiente para superar su pena adecuadamente y ello redundará en la evitación de problemas futuros.
Proceso de duelo no resuelto
Existen personas que no demuestran su pena en absoluto. No lloran durante el funeral, evitan mencionar su pérdida y retornan a su vida normal remarcablemente calmados. Esta es su forma normal de tratar con la pérdida sin resultados perturbadores. Pero otras personas pueden sufrir síntomas físicos poco usuales o repetidos episodios de depresión durante los años siguientes.
Algunas quizá no tienen la oportunidad de vivir su duelo de forma apropiada. Las demandas de cuidado de una familia o de los negocios pueden requerir el tiempo que no tienen para ello.
En ocasiones, el problema radica en que la pérdida no es tenida como “duelo” propiamente dicho. Sucede a menudo, pero no siempre, a aquellos que han tenido periodos de depresión.
Algunos pueden sentirse muy enganchados al sufrimiento y ese primer sentimiento de apego y de no creer lo que ha ocurrido puede ir aumentando durante años, en los que el sufridor todavía no cree que la persona querida haya muerto. Otros, son incapaces de seguir su vida sin pensar en otra cosa, a menudo haciendo de su habitación una especie de altar en su memoria.
En ocasiones, la depresión que se apodera de la persona puede agudizarse hasta el extremo de negarse a comer y beber y en la aparición de pensamientos suicidas.
Ayuda del profesional
Quizá es posible que aparezcan trastornos del sueño que se pueden alargar por mucho tiempo llegando a representar un problema serio; si la depresión se agrava, afectando al apetito, energía y sueño y si la depresión no mejora desarrollándose un duelo no resuelto, quizá se requerirá la ayuda de un profesional.
El duelo transforma nuestra vida de una forma muy significativa y es una de las experiencias más dolorosas que podemos padecer. Puede parecer extraña, terrible y sobrecogedora pero es una parte de nuestras vidas a la que debemos hacer frente en un momento u otro y, por lo general, no requiere atención médica; en caso contrario, existen ayudas a nuestro alcance.
Aunque la agitación disminuya, los periodos de depresión pueden convertirse en más frecuentes y alcanzar su cumbre entre cuatro o seis semanas después. Los episodios de dolor pueden sobrevenir en cualquier momento, producidos por personas, lugares o cosas que traen a la memoria a la persona ausente. Algunas personas pueden incluso hallar embarazoso o difícil de entender el comportamiento de la persona en proceso de duelo debido a sus repentinos estallidos de llanto sin razón alguna. En estos episodios puede resultar tentador apartarse de las demás personas que no entiendan o compartan la pena. Durante este tiempo, puede parecer a los demás que la persona siguiendo este proceso pasa mucho tiempo sentada sin hacer nada. En efecto, están por lo general pensando en el ser querido que han perdido, repasando una y otra vez los momentos felices y malos pasados juntos. Estos son unos momentos íntimos pero esenciales para superar y tratar de afrontar la pérdida.
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Criterio diagnóstico DSM
Z63.4 Duelo (V62.82)
El objeto de atención clínica es una reacción a la muerte de una persona querida. Como parte de su reacción de pérdida, algunos individuos afligidos presentan síntomas característicos de un episodio de depresión mayor (p. ej., sentimientos de tristeza y síntomas asociados como insomnio, anorexia y pérdida de peso). La persona con duelo valora el estado de ánimo depresivo como "normal", aunque puede buscar ayuda profesional para aliviar los síntomas asociados como el insomnio y la anorexia. La duración y la expresión de un duelo "normal" varía considerablemente entre los diferentes grupos culturales. El diagnóstico de trastorno depresivo mayor no está indicado a menos que los síntomas se mantengan 2 meses después de la pérdida. Sin embargo, la presencia de ciertos síntomas que no son característicos de una reacción de duelo "normal" puede ser útil para diferenciar el duelo del episodio depresivo mayor. Entre aquellos se incluyen:
1. la culpa por las cosas, más que por las acciones, recibidas o no recibidas por el superviviente en el momento de morir la persona querida.
2. pensamientos de muerte más que voluntad de vivir, con el sentimiento de que el superviviente debería haber muerto con la persona fallecida.
3. preocupación mórbida con sentimiento de inutilidad.
4. inhibición psicomotora acusada.
5. deterioro funcional acusado y prolongado.
6. experiencias alucinatorias distintas de las de escuchar la voz o ver la imagen fugaz de la persona fallecida.
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* Nota: La información facilitada en este portal es sólo de carácter orientativo. Recuerde que únicamente el profesional de la salud está capacitado para efectuar un diagnóstico.
Fuentes:
NIMH (Instituto Nacional de la Salud Mental)
DSM- IV (Asociación Americana de Psiquiatría)
CIE -10 (Organización Mundial de la Salud) |